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(3 junio 2021)
Atravesada por la memoria olfativa y bañada por la luz de Asturias, El verano que volvimos a Alegranza es una novela evocadora que nos recuerda que las buenas historias, igual que los buenos perfumes, siempre son necesarias.
Leandra
es editora en una revista de moda con sede en Madrid. A sus treinta y
cinco años se ha alejado de su marido, ha perdido la ilusión por su
trabajo y ha presenciado la muerte de su tía Valentina en circunstancias
dramáticas. En busca de respuestas a la crisis existencial en la que se
halla inmersa, decide pasar un verano en Alegranza -la casa de indianos
que construyó su abuelo Tomás en el pueblo asturiano de Colunga- y
aceptar el reto de Jean-Luc Peltier, un prestigioso perfumista al que ha
entrevistado: elaborar un perfume que la ayude a definirse a sí misma.
Mientras bucea en sus recuerdos de infancia, impregnados de rosa
silvestre, hortensia o madreselva, Leandra irá desvelando las distintas
capas de secretos que, como los ingredientes de una fragancia, componen
la historia de su familia.
«Después de la última curva, esa que
tantas veces había surfeado de pequeña a lomos de mi bicicleta BH con el
cesto de mimbre sujeto entre los manillares, apareció ante mí la
silueta de Alegranza, la casa familiar que no pisaba desde hacía por lo
menos diez años. Aunque había algunas grietas en el muro y el jardín se
había vuelto indómito, con la maleza avanzando a su antojo por la
escalera de piedra de la entrada, por lo demás se mantenía más o menos
como yo la recordaba, imponente y señorial. La misma fachada soberbia,
con los balcones en las tres ventanas principales desde los cuales podía
verse el mar en los días despejados, y la misma palmera enorme a la
derecha, un poco inclinada, en permanente amenaza de precipitarse sobre
el tejado. Detrás de la casa se avistaba la sierra del Sueve, en cuyos
picos de tonalidades ocres se quedaban prendidas las nubes. No dejaba de
ser una ironía que el abuelo Tomás hubiera bautizado esa casona
insertada en un paisaje tan asturiano con el nombre de un islote
canario. Según me contó una vez tía Valentina, su padre había viajado en
cierta ocasión a Lanzarote y, al contemplar desde lo lejos aquel trozo
de apenas diez kilómetros cuadrados de tierra salvaje rodeada de mar,
comentó que así se había sentido él al poner rumbo a América: solo y con
todo por hacer. Alegranza era su isla conquistada».
MI OPINIÓN
Una historia tranquila y relajante que se lee en un suspiro. Una búsqueda de sí misma donde la protagonista necesita descubrir el pasado de su familia para entender su forma de ser. Pensar que ha podido heredar problemas psicológicos la introduce en una crisis existencial que afecta a todos los aspectos de su vida y sólo conocer el pasado de su familia le permitirá seguir adelante con su presente y construir un futuro. Desde su puesto en una revista de moda en Madrid, la autora nos lleva con la protagonista hasta París y Asturias permitiéndonos recrearnos en el mundo de los perfumes y, en general, de los recuerdos olfativos. Una novela ideal para el período estival.
⭐⭐⭐⭐⭐⭐⭐⭐✪✪
"María Fernández Miranda se estrena con esta delicia de novela que
solo tiene un defecto... la lees en dos días, cuando lo que quisieras es
no salir de ese universo único."
Maribel Verdú
"Uno de los imprescindibles del verano, que te acompañará de la playa a casa".
¡Hola!
"mezcla
lujo, amor, perfumes, historias familiares y una crítica a los caminos
establecidos, a lo que se supone que hay que hacer."
Elle
"Un bonito relato con pasajes propios del realismo mágico, ideal para lectura estival."
El Mundo
"Con su libro apetece viajar, tener tías y una casa de indianos."
La Nueva España
"Un
libro que te engancha desde la primera página y con el que podrás
'viajar' a una decadente casa de indianos en Asturias, a los campos de
flores de Grasse, a los cafés más sibaritas de París, a playas perdidas
en Filipinas# Una novela perfecta para devorar este verano."
Cosmopolitan
"La novela que propone el viaje olfativo que te enganchará"
Harpers Bazaar