(Febrero 2019)
Liv Monroe. Derek Gray. Shawn Bennett. Zazzie, Carter, Kumiko. ¿Qué tienen en común este variopinto grupo de desconocidos? Que van a pasar un largo, complicado y caluroso verano en Hendersonville como resultado de varios delitos leves.
Todos han sido condenados a prestar servicios comunitarios para pagar su deuda con la sociedad, y qué mejor manera que participar como mano de obra en la restauración de una preciosa mansión en Carolina del Norte.
Liderados por Adeline, una jefa de obra que los maneja con mano dura, y en medio de un entorno muy diferente al que están acostumbrados, este grupo de personas tan distintas entre sí están a punto de descubrir que ese castigo puede ser la mejor experiencia de sus vidas.
Todos han sido condenados a prestar servicios comunitarios para pagar su deuda con la sociedad, y qué mejor manera que participar como mano de obra en la restauración de una preciosa mansión en Carolina del Norte.
Liderados por Adeline, una jefa de obra que los maneja con mano dura, y en medio de un entorno muy diferente al que están acostumbrados, este grupo de personas tan distintas entre sí están a punto de descubrir que ese castigo puede ser la mejor experiencia de sus vidas.
Empieza intercalando capítulos de 3 de los protagonistas donde se nos cuenta individualmente cómo han terminado todos juntos en una mansión en el medio de la nada, para cumplir con la justicia las horas de servicios a la comunidad y evitar la cárcel por delitos leves, es quizá la parte mas "seria" del libro excepto el capítulo de Shawn y es que el pobre es de traca, Una vez en la casa los capítulos van incluyendo a todos los personajes: 7 "convictos" y una jefa de equipo son los protagonistas (pincipalmente 4 de ellos: Shawn, Derek, Liv y Adeline), a los que hay que sumar unos pocos secundarios que aparecen brevemente. Me gusta como escriben estas autoras, lo describen todo de forma clara pero sin paja y desde el principio empatizas con algunos personajes y podrías tomar manía a otros, sobre todo si son tan repelentes como Shawn, pero no lo haces porque te hacen gracia, son muy excéntricos y en el fondo no tienen maldad, sino una falta de referentes familiares que les hayan integrado en la sociedad y también están faltos de cariño. Ninguno quiere estar allí, sus delitos no son tan graves y es mejor que ir a la cárcel, pero al principio es duro para ellos, están incomunicados en medio de la nada, con los horarios y obligaciones de un internado, a una edad adulta y cargando cada uno con sus traumas. Poco a poco gracias a Adeline se va formando un grupo compacto, empiezan a comprenderse y apoyarse, surgen lazos de amistad y sienten que van a perder algo bueno cuando abandonen la casa y eso sin saber porqué está allí cada uno, sólo lo irán desvelando poco a poco según profundizan esos lazos ya que a todos les da verguenza admitir sus faltas y ninguno quiere que ser juzgado. Es un libro sobre nuevas oportunidades y nuevos comienzos. También trata sobre los prejuicios, todos tenemos prejuicios, simplemente con ver a una persona la catalogamos sin pararnos a pensar que cada uno tenemos nuestras capacidades y nuestra personalidad y a todos nos gusta que nos acepten como somos. Y este grupo tan heterogéneo acaba demostrando que pueden formar un bloque compacto si cada uno aporta sus fortalezas y apoya a los demás en sus debilidades. No sabemos de lo que somos capaces si no lo intentamos. Es un libro con mucho humor, hay algunos párrafos en los que he soltado la carcajada, sobre todo con Shawn y Kumiko que son los más "peculiares" y las trastadas que se gastan al principio cuando ninguno se fía de los demás. Los mismos temas de cada personaje se podrían haber enfocado desde el drama y la tragedia y ese es para mí uno de las mayores méritos, dejarte con una sonrisa en los labios y aportarte una inyección de optimismo, si no te gusta tu vida puedes hacer el esfuerzo de cambiarla y si te empeñas, lo consigues y dejas atrás el pasado.
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