(Diciembre 2018)
Manuel acuchilla a un policía antidisturbios que quería pegarle. Huye. Se esconde en una aldea abandonada. Sobrevive de libros Austral, vegetales de los alrededores, una pequeña compra en el Lidl que le envía su tío. Y se da cuenta de que cuanto menos tiene, menos necesita. Un thriller estático, una versión de Robinson Crusoe ambientada en la España vacía, una redefinición del concepto «austeridad». Una historia que nos hace plantearnos si los únicos sanos son los que saben que esta sociedad está enferma. Santiago Lorenzo ha escrito su novela más rabiosamente política, lírica y hermosa.
MI OPINIÓN
Tiene unas críticas estupendas, hay incluso quien lo llama la mejor novela de 2018. Pues no será con mi voto. Llegado el 25% lo dejo, me ha resultado agotador por la cantidad de adjetivos, muchos de ellos retorcidos, que utiliza. Como las siguientes frases sacadas en apenas dos o tres páginas: "Propendía a la conformidad con el entorno, sin importarle sus notas escópicas o ambientales", "La madriguera en la que Manuel plantó pica no era así como muy atractiva.", " Nunca me habló de la dimensión ecosófica, ni geórgica ni telúrica de su estancia" " Todo este convoluto de lo verde le pillaba así como apartado". Pretende ser un ensayo sobre un Robinson Crusoe actual y demostrar que se puede vivir en la austeridad pero no he podido continuar la lectura, más allá de la reflexión sobre vivir en soledad me parece que la trama es muy burda y el estilo pedante y empachoso. Prefiero los libros donde no necesito consultar el diccionario continuamente, el uso de modismos rebuscados no es sinónimo de calidad. Quizá su calidad literaria sea grande y yo no sea capaz de apreciarla, pero más bien me parece un producto de marketing porque no puedo creer que el boca a boca de los lectores de a pie lo haya convertido en uno de los libros más vendidos del momento.
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